Declaración de fe
Los miembros de la Sociedad Bíblica Iberoamericana reconocen el canon de 49 libros: 22 libros del Viejo Pacto según el canon hebreo (divididos en los 39 que conocemos), y los 27 libros del Nuevo Pacto, que conforman la Santa Biblia como la única, verdadera, inspirada e infalible PALABRA DE DIOS. La adición de libros denominados falsamente «deuterocanónicos», son estimados como escritos apócrifos, dañinos e indignos en su pretensión. Nuestro ministerio se reserva el derecho que le asiste como auténtica Sociedad Bíblica para denunciar activamente a las Entidades que, de cualquier manera, publiquen, promuevan y justifiquen los postulados de tan grande herejía.
Los miembros reconocen la Santa Biblia y la aceptan en sus vidas como única regla de vida, fe y conducta. Los miembros reconocen y aceptan en la Santa Bíblia el establecimiento de la existencia de un solo y único Dios Verdadero, Quien subsiste en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, Creador de todas las cosas, invisibles y visibles, cuya esencia es Espíritu, Luz y Amor, que es Omnipresente, Omnisciente y Omnipotente en sus atributos; Tres veces Santo, Soberano, Justísimo y Misericordioso. Los miembros reconocen y aceptan los vitales registros bíblicos sobre la existencia real de Satanás, el diablo, así como del mundo espiritual tanto angélico como demoníaco; del infierno y del lago de fuego, que es la muerte segunda.
Los miembros reconocen y aceptan las vitales doctrinas de la existencia del pecado, introducido en el mundo por Satanás a nuestros padres (Adán y Eva) e imputado de allí a todos los hombres y mujeres por cuanto todos pecaron con la subsiguiente experiencia de la muerte.
Los miembros reconocen y aceptan la doctrina vital de la deidad de Jesús de Nazaret, Dios hecho Carne: Cigoto Divino colocado por el Espíritu Santo en el vientre de la virgen María, de la cual nació; y rechazan por herética la declaración de Westminster, donde se declara que Jesús nació de la esencia de María (Apartado 8.II.2), lo cual convalida la herejía católica romana de que María fue concebida sin pecado.
Los miembros reconocen y aceptan la Obra y «el Sacrificio» de Jesús de Nazaret en la cruz como la única solución para redimir las almas pecadoras de su justo castigo. Igualmente reconocen y aceptan que Jesús de Nazaret, Dios hecho carne, murió bajo la maldición de la cruz y mediante el derramamiento de Su sangre divina fue constituido único Salvador de toda la raza humana; que fue sepultado, descendió al infierno, pero al tercer día resucitó como único Señor, y después de ascender a los cielos, en el día de Pentecostés derramó Su Espíritu como único Intercesor, para formar la Iglesia, que es Su Cuerpo, el cual continúa siendo formado por los santos que, aparte de cualquier mérito humano, han sido, son, y seguirán siendo llamados por Su sola Gracia hasta el día del arrebatamiento de la Iglesia al cielo, de donde volverá como único Rey de reyes y Señor de señores para salvar a Israel Su pueblo escogido, e instaurar Su Reino milenario hasta el día del Juicio Final en que los muertos serán juzgados por sus obras ante el Trono de Dios, a fin de que, los que no se hallen inscritos en el Libro de la Vida, sean arrojados, junto con el diablo, la muerte y el infierno, al lago de fuego, la muerte segunda; luego Dios creará nuevos cielos y tierra en donde mora la justicia eterna.
Por cuanto los miembros aceptan las implicaciones de su participación obligatoria en la Mesa del Señor (1Co.11.20-34), reconocen la necesidad de abstenerse de participar de alimentos y bebidas de la mesa de los demonios (1Co.10.20) tales como son los alimentos y bebidas que el mundo ofrece con motivo de sus tradiciones religiosas. Así, las festividades católico romanas de la Pascua, Fiestas Patronales, Bautizos, Bodas y Comuniones, Navidad, y cualquier otra efeméride religiosa y mundana relacionada con alimentos y bebidas (como invariablemente lo está) es considerada por los miembros de la SBIA como mesa de los demonios, y por lo tanto, la abstención de tales comidas y bebidas es de imprescindible cumplimiento.
Los miembros reconocen la Santa Biblia y la aceptan en sus vidas como única regla de vida, fe y conducta. Los miembros reconocen y aceptan en la Santa Bíblia el establecimiento de la existencia de un solo y único Dios Verdadero, Quien subsiste en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, Creador de todas las cosas, invisibles y visibles, cuya esencia es Espíritu, Luz y Amor, que es Omnipresente, Omnisciente y Omnipotente en sus atributos; Tres veces Santo, Soberano, Justísimo y Misericordioso. Los miembros reconocen y aceptan los vitales registros bíblicos sobre la existencia real de Satanás, el diablo, así como del mundo espiritual tanto angélico como demoníaco; del infierno y del lago de fuego, que es la muerte segunda.
Los miembros reconocen y aceptan las vitales doctrinas de la existencia del pecado, introducido en el mundo por Satanás a nuestros padres (Adán y Eva) e imputado de allí a todos los hombres y mujeres por cuanto todos pecaron con la subsiguiente experiencia de la muerte.
Los miembros reconocen y aceptan la doctrina vital de la deidad de Jesús de Nazaret, Dios hecho Carne: Cigoto Divino colocado por el Espíritu Santo en el vientre de la virgen María, de la cual nació; y rechazan por herética la declaración de Westminster, donde se declara que Jesús nació de la esencia de María (Apartado 8.II.2), lo cual convalida la herejía católica romana de que María fue concebida sin pecado.
Los miembros reconocen y aceptan la Obra y «el Sacrificio» de Jesús de Nazaret en la cruz como la única solución para redimir las almas pecadoras de su justo castigo. Igualmente reconocen y aceptan que Jesús de Nazaret, Dios hecho carne, murió bajo la maldición de la cruz y mediante el derramamiento de Su sangre divina fue constituido único Salvador de toda la raza humana; que fue sepultado, descendió al infierno, pero al tercer día resucitó como único Señor, y después de ascender a los cielos, en el día de Pentecostés derramó Su Espíritu como único Intercesor, para formar la Iglesia, que es Su Cuerpo, el cual continúa siendo formado por los santos que, aparte de cualquier mérito humano, han sido, son, y seguirán siendo llamados por Su sola Gracia hasta el día del arrebatamiento de la Iglesia al cielo, de donde volverá como único Rey de reyes y Señor de señores para salvar a Israel Su pueblo escogido, e instaurar Su Reino milenario hasta el día del Juicio Final en que los muertos serán juzgados por sus obras ante el Trono de Dios, a fin de que, los que no se hallen inscritos en el Libro de la Vida, sean arrojados, junto con el diablo, la muerte y el infierno, al lago de fuego, la muerte segunda; luego Dios creará nuevos cielos y tierra en donde mora la justicia eterna.
Por cuanto los miembros aceptan las implicaciones de su participación obligatoria en la Mesa del Señor (1Co.11.20-34), reconocen la necesidad de abstenerse de participar de alimentos y bebidas de la mesa de los demonios (1Co.10.20) tales como son los alimentos y bebidas que el mundo ofrece con motivo de sus tradiciones religiosas. Así, las festividades católico romanas de la Pascua, Fiestas Patronales, Bautizos, Bodas y Comuniones, Navidad, y cualquier otra efeméride religiosa y mundana relacionada con alimentos y bebidas (como invariablemente lo está) es considerada por los miembros de la SBIA como mesa de los demonios, y por lo tanto, la abstención de tales comidas y bebidas es de imprescindible cumplimiento.