Gr. Jristós: ¿traducir o transliterar?
La transliteración es la representación de la fonética de una lengua con los signos del alfabeto de otra, de manera que no se traduce el significado, sino que se adapta la pronunciación del idioma de origen al sistema de escritura del idioma de destino. En este sentido, las traducciones de la Biblia a los idiomas vernáculos siguen la tendencia tradicional iniciada en la Vetus Latina y luego establecida por la Vulgata, donde algunas palabras griegas, en lugar de ser traducidas al latín, fueron transliteradas. Jristós es una de ellas, y fue transliterada a Christus (también representada con la abreviación XPS, uno de los llamados nomina sacra). La aplicación de este recurso no tenía fundamento en materia de traducibilidad, porque existía un término de equivalencia formal: unctus (de donde proviene el español ‘ungido’), que transmitía perfectamente su significado y connotación, y fue utilizado en las traducciones latinas de la Septuaginta. Por ejemplo, en el Viejo Pacto de la Vulgata se traduce unctus en Lv 4.3, 16; 16.32; Nm 7.10; o 2S 3.39; pero ya registra la transliteración christus en 1S 2.10; 1Cr 16.22; Sal 2.2; Is 45.1; o Dn 9.25-26. Este grecismo se repitió en el Nuevo Pacto de la Vulgata, y luego se trasladó a las versiones castellanas de la Biblia como ‘Cristo’. Así el lector perdió el significado en su propio idioma, quedando excluido de la comprensión teológica que surge de las conexiones contextuales de la palabra ‘ungido’. De esta manera la transliteración ‘Cristo’ se convirtió en un teónimo o título de Jesús restringido al marco de lo sagrado del cristianismo religioso, a partir del cual se desarrollaron significaciones que lo desvincularon de su origen etimológico.